19/05/2023

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Ha sido una semana interesante. Descubrí que quiero ser artista. Sabía que quería ser artista pero no sabía que quería vivir del arte. Era más como un hobby al lado. Pensé que en el mundo de las profesiones y carreras me movería de manera práctica y por los caminos seguros. Y es extraño que haya pensado eso porque estudié comunicación con subsistema en cine. No pensé que tendría estas ganas de hacer música, y es que, quién soy yo para hacer música. Dentro de mi hay una jueza que me critica cada intento. Yo sé, es patético y es cliché pero ahí está. Me cuesta creer en mi. Aunque solo se trate de hacer las cosas bien y con constancia. Quiero ser sincera conmigo y esa sinceridad me ha dolido últimamente. Me sentí traicionada cuando supe que quería vivir del arte. Pero supe que me sentiría aún peor al no escucharme. Entonces estoy lidiando con eso. También con la vergüenza que me da el que me vean de esta forma. Porque siento de alguna manera que tengo que mostrar lo que hago para encontrar una forma de vivir de ello. Debo admitir que es muy emocionante cuando encuentro en internet arte que me gusta, y está ahí porque alguien lo puso ahí. Quiero hacer eso de vuelta.

Con Elías estábamos pensando en el parámetro que dice que necesitas pasar 300 horas con alguien para poder llamarle mejor amigo. Y fue bonito que nos dimos cuenta que sí, fácil pasamos las 300. Pienso mucho en el tiempo. Creo que le he ido perdiendo la noción muy cabrón. Y pienso en las cosas que se supone que quiero hacer y el tiempo que realmente les dedico. Las 10,000 horas para hacerte experto en algo. Y pienso también que no tienen que ser a propósito. Que si accidentalmente le cedes 10,000 a la victimización, uno se puede convertir en la víctima perfecta. Me divierte pensarlo pero también me da escalofríos. También me aterra mi tendencia a no hacer nada de lo que quiero hacer y permanecer en una esquina pretendiendo que alguien me va a descubrir. Como los tanáticos, diría zyanya. Soy una tanática. Fantaseo con mi propia muerte. En mi funeral dirían: ¡tenía tanto potencial! ¡Tenía un futuro prometedor! Es perfecto, me alaban sin haber hecho nada. Pero ya. Ni modo. Soy ahora lo que soy ahora. Decido parar de vivir en mis sueños de posibilidades y empezar a crear.

Por lo pronto, me estoy reuniendo con Amon dos veces a la semana para hacer música. Estoy aprendiendo el bajo. El que compré está muy bonito, pero como toloache (así me dijeron) y lo tengo que octavear (que las cuerdas están muy separadas del mástil y las van a pegar tantito más). Ayer lloré de la frustración porque estoy aprendiendo todavía a lidiar con cuando no me gusta lo que hago. Que va a pasar muchas veces, y está bien. No sé en qué momento aprendí que estaba mal equivocarse, o tardarse en tener un buen producto final. Es necesario tener constancia y regresar continuamente a arreglar las cosas una y otra vez. Con cariño. Como cuando vi a Amanda lavar los platos después de los ñoquis, agotada, y le dije ¿Cómo lo haces? Y me dijo: con mucho mucho amor. Y sí.