24/06/2024

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Wow esperar diez meses para publicar algo. Casi mato este sitio. Casi lo dejo pudrirse en el internet. Así le pasa a las cosas cuando dejas de tocarlas. Se mueren y luego se pudren. Es hermoso a veces, como cuando lo usas para hacer pancito. Es culerísimo a veces. Como las casas de los acumuladores con cucarachas en todas partes comiendo la comida tirada en la cocina. A veces siento que soy yo la acumuladora, tratando de sostener en mis manos los pedazos del internet que me gustan y cruzándome en su lugar con links inservibles. Qué bolas cuando el internet se sentía eterno. Cuando la vida se sentía eterna. Luego te das cuenta de lo realmente frágiles que son las vainas.

Ni siquiera tengo una noción de lo que escribo. Ando, apenas, desempolvando. Ordenando mis asuntos. Tengo demasiados cabos sueltos. Me siento una escapista de mis propios proyectos, de mis propios deseos y de mi propia vida. Siento que no he sido asertiva y he dejado un desastre. Me acuerdo cuando era niña, ya no soy niña, cuando era niña yo quería ser una mujer con cosas que hacer. Me encantaba la imagen de la mujer ocupada, con una expresión de concentración, haciendo.

Escribo esto enojada, lo cual me enoja a su vez, me avergüenzo de mis propios pensamientos y deseos. Descubro que sólo creo a escondidas. Descubro que me fui al otro lado del mundo y no se siente como escondite suficiente para mi. Que uno de mis personajes es no querer ser percibido jamás. Pero esa no es la manera. No sé cuál es la manera. Y que invariablemente siempre soy percibida, porque existo. Y que siempre busco a los otros, busco conexión, busco amor.

Si dices que sabes hacer algo y no lo haces, entonces no sabes hacerlo. Me persigue esa frase. Se la escuché a uno en el podcast de Japón es chido, en algún episodio de chismecito samurai.

Qué delicioso dejar todo atrás. No tener que cruzarse con la persona con la que no me quiero cruzar. No tener que responder a nadie. Qué excruciante dejar todo atrás. Empezar a extrañar cada vez de manera menos clara, en amalgamaciones de lo que me gustaba. Perder las supuestas identidades que tenía. Encontrarme tan yo misma. Leerme en otros momentos y envidiarme. Serme condescendiente, decir, no sabías.

Querías estar en Japón, estás en Japón. Ahora qué. Ahora qué.

Ahora fotos.

Foto básica de café con amigos pero creo que café con amigos es uno de los significados de la vida.

Foto de cuando pasé al nivel 4 de la escuela de shibari, que me costó mucho trabajo.

me compré esa camisa en una tienda de segunda mano y me conmueve mucho pensar en alguien pintándola. en la nueva casa en la que estoy hay máquina de café.

Nota que le encontré a un cuaderno que dejó mi roomie en casa cuando se regresó a su país. La hizo en clase, clases que no nos gustaban y por las que nos angustiábamos porque pagamos mucho dinero para ellas. Momento de sinceridad que me denota una libertad que quiero sentir. Permiso para hacer lo que quiera.

Permiso para no sentirme miserable.

Eso me lo repito tanto. No vamos a ser miserables. Y sí me ayuda a quererme más.

Hoy fui feliz. Terminé de ver bridgerton, comí mis arepitas (las últimas de mi harina pan), descansé. Pero últimamente ando así. Escribo esto a mis 1:57 am. No concilio el sueño y siento que el tiempo se me acaba.

Queena me pregunta por qué estoy enojada y no sé qué responderle. Queena me enoja no estar satisfecha nunca. Sentirme que no hago suficiente arte. Que no soy merecedora de lo que tengo. Me enoja que me voy. Pero luego de escribir me siento más tranquila.

Amanecí con un temblor. Yishin. En japonés, la palabra es homófona con confianza en uno mismo. Tal vez eso. Cuando empiezo a atreverme también lo hago temblando.

Ese día subí Takao, pero de ladito, no por la subida tradicional. De bajada comí esta dona y luego fui al onsen. Creo que mañana voy a la playa y me meteré al mar. A veces los problemas no son problemas, son solo que no has subido una montaña. O que no te has metido en un cuerpo de agua. O que no te has movido.

Ahora a pretender dormir.